La importancia de que nuestros dientes duelan.

El dolor es uno de los mecanismos de defensa que tiene el organismo para avisarnos de que “algo no está bien” y obligarnos en cierto modo a tratar de solucionar ese problema, evitando así daños mayores en el organismo.

Todos odiamos el dolor de muela, que muchas veces llega a ser intenso, por no haber respondido a las señales de alarma que nuestro cuerpo nos dio cuando apenas era una “sensibilidad”  o una “molestia” y evitar así que el problema avance.

Cuando la caries dental logra romper parte del diente y generar una brecha que comunica con los tejidos más internos del mismo, comienza a haber sensibilidad, sobre todo al consumir cosas frías y dulces. Un dolor leve a moderado, que pasa enseguida y es tolerable por la persona o calma con analgésicos. Esa es la primera señal que nos da el organismo.

Cuando la caries sigue avanzando y logra llegar a la parte más interna del diente, la pulpa dentaria (más conocida como “nervio”), se inflama por la agresión e invasión de bacterias provenientes de la boca. Como la pulpa se encuentra alojada en un lugar rígido (el diente) que no le permite inflamarse (hincharse), comienza a doler por el aumento de presión intrapulpar (como si tapáramos herméticamente una olla cuando el agua comienza a hervir) . Para ese entonces ha comenzado a doler sin parar, no sólo con cosas frías y calientes, sino también en forma espontánea (o sea, “de la nada”), sobre todo al acostarnos, siendo el dolor insoportable e imposible de calmar con medicamentos ni remedios caseros. La segunda señal de alarma transforma el problema en una urgencia odontológica. A esta altura, sólo el accionar del Odontólogo podrá hacer pasar el dolor.

El paso siguiente, si la persona sigue sin ser atendida, es la muerte pulpar (del nervio), lo cual traerá aparejada tarde o temprano una infección dental, que si tampoco es tratada, terminará afectando la salud general del organismo por difusión de la infección a través de la sangre. Puede afectar así al corazón, mediastino y cerebro, entre otros.
Estas complicaciones realmente pueden darse si se pasan por alto todas las “señales de alarma” que nos fueron dadas, aunque en relación con la cantidad de caries que se dan en una población, son poco frecuentes estas últimas complicaciones. Y que esto sea así es gracias ni más ni menos que al dolor, que nos obliga a ir al dentista antes de llegar a estas últimas instancias.

Es por eso, que aunque nos pese reconocer, …
“realmente es importante que los dientes duelan.”

Od. Juan José Orellano
mat. 4896/02

Mitos odontológicos (segunda parte)


“Es normal perder los dientes con el paso de los años”
Esto es falso. Está comprobado que la edad en sí misma no tiene relación con la caries y la enfermedad periodontal (de las encías). La pérdida de dientes nunca es un proceso fisiológico en el organismo (o sea, no se encuentra dentro de los cambios normales que se dan con el paso del tiempo). Es por eso que todos deberíamos llegar a la tercera edad con todas nuestras piezas dentarias en boca.

“A veces los dolores dentales pueden solucionarse con un analgésico o un antibiótico”
Ésto, además de ser falso, es peligroso. Por un lado la automedicación: el paciente llega generalmente a la consulta no sólo con dolor de varios días o meses, sino con un historial de medicamentos mal tomados y autoindicados, que provocan desde malestares de estómago y resistencia microbiana a los antibióticos hasta enmascaramiento de síntomas. Por otro lado, es común ver en estos pacientes que acostumbran a posponer la visita al dentista, daños muchas veces irreversibles de sus dientes por haber optado por intentar “solucionar” el problema tomando todo tipo de medicamentos. Bueno, la realidad es que ningún problema odontológico se soluciona sólo con medicación. Lo conveniente es, si queremos salvar nuestros dientes, acudir al dentista cuando comienzan a doler. Con esto, ahorraremos tiempo, sufrimiento y seguramente mejorará el pronóstico de la pieza dentaria en cuestión.

Tengo una caries, pero nunca me dolió”
Ésto puede pasar. Pero no quiere decir que no sea necesario hacer nada con ese diente. El dolor es muy subjetivo: puede doler mucho algo cuya solución sea muy sencilla, o puede no doler una pieza dentaria cuya pulpa (nervio) ya murió a causa de una caries y está en boca esperando a que las bacterias que se encuentran dentro de él comiencen un proceso infeccioso (flemón). Hay caries que apenas están comenzando a deteriorar los dientes, son generalmente sólo perceptibles por el Odontólogo, y cuya solución puede evitarnos problemas futuros. En conclusión, esperar a que los dientes nos duelan para ir al Odontólogo, no siempre es una buena idea.

Mitos odontológicos.



Algunas cosas que “se dicen” y son falsas:

“Los embarazos descalcifican los dientes”

No hay que echarle la culpa al bebé de “quitarle el calcio a los dientes de la madre”, ya que esto no sucede. Lo que sí habrá es una predisposición a gingivitis (inflamación de la encía) por cambios hormonales en la madre durante la gestación. También una predisposición a caries por aumento de consumo de azúcares (los famosos antojos) que muchas veces son acompañados con un descuido en la higiene dental. 



“Lavarse con bicarbonato de sodio y limón blanquea los dientes”

 No los blanquea, sino que los desgasta, pudiendo generar una abrasión del esmalte que quita los pigmentos. Esta abrasión es perjudicial y con el tiempo puede producir sensibilidad en los dientes. El ácido desmineraliza el esmalte y un abrasivo como el bicarbonato se encarga de barrer con lo que se desmineralizó.


“Las piezas obturadas (arregladas) están condenadas a perderse”

Una pieza puede perderse, esté o no obturada. Si el arreglo está bien realizado, se usaron buenos materiales y el paciente practica una correcta higiene bucal y controles periódicos para supervisar esas piezas, no tienen por qué perderse.


“Los dentífricos mientras más abrasivos, mejor”

En realidad las pastas dentales son secundarias en la higiene dental. Lo fundamental es una buena técnica de cepillado y el uso del hilo dental. No podemos generalizar acerca de qué instrumentos de higiene y técnicas son mejores, porque todos somos diferentes. Incluso en casos de abrasiones (desgastes dentarios por exceso de cepillado o cepillo duro), se pueden indicar pastas sin abrasivos para no empeorar el cuadro.


“Cuando una parte de la encía sangra no hay que tocarla con el cepillo”

 El sangrado es señal de que existe una inflamación en el tejido que rodea el diente. Cuando esto sucede hay que concentrarse  en mejorar el cepillado es esa zona aunque sangre, y hay que hacerlo por unos días hasta que se desinflame. No realizar un cepillado brusco pero si tratando de limpiar lo mejor posible para eliminar la placa bacteriana en esa zona, que es la que produce la inflamación. Si no mejora hay que consultar con el Odontólogo, tal vez necesite algún tratamiento en el consultorio o indicaciones más específicas.


“Los blanqueamientos dentarios son perjudiciales para el diente y duran para siempre”

Los nuevos productos y técnicas de blanqueamiento dentario no son perjudiciales para los dientes, siempre y cuando sea realizado y supervisado por el profesional. Además previamente es necesario estudiar  las manchas para ver si es viable realizar el tratamiento (o sea, ver si funcionará en ese caso en particular). Es importante saber que ningún tratamiento de blanqueamiento dura para siempre. Así como se pigmentaron los dientes antes, si la persona sigue consumiendo alimentos o bebidas que manchan, volverán a hacerlo con el tiempo.


“No hace falta arreglar las piezas dentarias de leche cuando tienen caries, porque luego serán cambiadas”

Es tan importante eliminar las caries de los dientes de leche como de los permanentes, por muchos motivos, entre ellos devolver la salud bucal de los niños, evitar pérdidas dentarias prematuras y evitar infecciones dentarias que puedan comprometer la salud de dientes permanentes y la del niño en general.

Od. Juan José Orellano.
Mat. n° 4896/02

El consumo de azúcar y su relación con la caries dental.


Ha sido demostrado, mediante diferentes estudios realizados desde fines del siglo XVIII, el papel fundamental de los azúcares en la formación de la caries dental. Esto es así, básicamente, porque son el sustrato que necesitan las bacterias que se encuentran formando la placa bacteriana en nuestros dientes, para producir los ácidos que irán destruyendo los mismos.

Es importante tener en cuenta:
  1. No sólo la cantidad que se consume, sino cuántas veces al día. Es más importante preocuparse por disminuir los momentos de ingesta diaria, sobre todo cuando no son acompañadas por una correcta higiene posterior.
  2. El tipo de alimento: mientras más viscosos, pegajosos, durarán más tiempo en nuestra boca, por lo tanto serán más perjudiciales.
  3. Tener en cuenta que los azúcares no sólo están presentes en los chocolates y caramelos, sino también en masitas, dulces, jugos y gaseosas, entre otros.
  4. El consumo fuera de los horarios de comida, sobre todo a la noche, antes de dormir y sin un cepillado dental posterior, es mucho más perjudicial.

Es importante no prohibir a los niños el consumo de golosinas y bebidas azucaradas, pero si tener un control de la frecuencia y los momentos en el cual lo hace. 
También es de suma importancia trabajar en ellos para lograr una cultura de alimentación sana, acostumbrándolos a tomar más agua (y reservar las gaseosas y jugos para ciertos momentos, por ejemplo fines de semana) y a consumir mayor cantidad de frutas, verduras y cereales, que por un lado contienen menor cantidad de azúcar y por otro aportan mayor cantidad de fibras, las cuales favorecen la limpieza natural de los dientes y estimulan una mayor salivación, mejorando la salud dentaria y en general de todo el organismo.

¿Cuándo y cómo enseñarle a un niño a cepillar sus dientes?


La higiene oral junto con el control de la ingesta de azúcares, es clave para prevenir caries dentales.
Ante todo es importante saber que la higiene oral es un hábito, el cual es fundamental inculcarlo lo antes posible a los niños para lograr hacer de él una actividad rutinaria.

Desde la aparición del primer diente (6to mes de vida aproximadamente) el responsable de la limpieza dentaria será el adulto a cargo del niño. Debe hacerlo utilizando gasas húmedas, dedales de silicona y luego pequeños cepillos dentales, acordes al tamaño de su boca.

Es aconsejable, desde el año de vida, que el niño tenga ya su cepillo de dientes, para que lo lleve a la boca y juegue con él. Cuando el adulto vaya al baño a cepillar sus dientes, lo llevará también, para que comience a imitar este comportamiento. Demás está decir que es sólo para que vaya adquiriendo el hábito, luego el adulto cepillará sus dientes correctamente. Lo hará con movimientos horizontales, abarcando todas sus piezas dentarias.

Hasta los 2 años, no se usará pasta de dientes, ya que se corre el riesgo de ser tragada. A partir de los 3 o 4 años, o cuando el niño demuestre que no lo hará, podemos usar pasta de dientes para niños, que vienen con menor cantidad de flúor.

A partir de los 6 años, ya puede usar pasta con concentraciones normales de flúor. Recordar que a esa edad ya tienen los primeros molares permanentes, que salen por detrás de las últimas muelas temporarias y que muchas veces pasan inadvertidas por salir sin que se caiga ningún diente temporario.

Es importante comprender que “los hábitos de salud bucal pueden ser adquiridos por un niño sólo si   tiene un adulto que se los transmita”.

El mal aliento: causas y tratamiento.


La halitosis (o mal aliento), es definido como el conjunto de olores desagradables que son emanados de la boca. Como consecuencia, los individuos que la padecen pueden sufrir situaciones de incomodidad y de malestar en su vida social.
Prácticamente todas las personas han tenido alguna vez episodios de mal aliento. De hecho, todos tenemos peor aliento al despertarnos a la mañana. Es un problema transitorio que se debe a causas fisiológicas o normales en nuestro cuerpo, como la disminución del flujo de saliva mientras dormimos.
Este mal aliento matinal es normalmente fácil de controlar. Sin embargo, ante casos donde persiste, podemos sospechar de la presencia de algún otro problema.
El 90 % de las veces la causa de mal aliento  está en la boca, el otro 10 % se reparte entre problemas respiratorios, otras enfermedades, medicaciones que la persona consume, alteraciones metabólicas y otras no ubicadas en la boca.

Posibles causas de mal aliento que tienen su origen en la boca:
-cubrimiento de la lengua por placa bacteriana, que no es correctamente eliminado por el paciente
-Gingivitis o periodontitis, acumulación de sarro y placa bacteriana entre los dientes.
-Infecciones relacionadas con piezas dentarias, implantes y cualquier elemento presente en la boca.
-caries profundas.
-infección en muelas de juicio (pericoronaritis).
-heridas en cicatrización.
-acumulación de restos de alimentos entre los dientes o prótesis mal higienizadas.
-otras causas menos frecuentes, como disminución en la producción de saliva.

Se sabe que el mal olor es producto del metabolismo de algunas bacterias presentes normalmente en la boca y que la lengua es la localización más frecuente de la producción de la halitosis.

El tratamiento básicamente consiste en determinar en cada caso particular dónde se produce la halitosis (de no provenir de la boca el dentista lo derivará al especialista que corresponda).
Se hará una limpieza dentaria completa en el consultorio, se ajustarán las medidas de higiene oral (enseñando a limpiar correctamente la lengua, desde la parte más posterior de la misma, con un cepillado suave para no lastimarla). Se puede acompañar también con algún enjuague bucal bajo receta y  se examinará si existen arreglos mal adaptados, prótesis que esté juntando placa bacteriana y corrigiendo cualquier posible causa de mal aliento. 

Od. Juan José Orellano
Mat. 4896/02

Gingivitis: una reseña acerca de qué es y qué la produce.


La gingivitis, por definición, es la inflamación de la encía que se encuentra rodeando las piezas dentarias.
Salvando algunos casos muy puntuales, la gingivitis es producida por el cúmulo de placa bacteriana alrededor de las piezas dentarias, en arreglos o coronas mal adaptadas y sobre el sarro ya formado. Aclaración: el sarro es placa bacteriana que se ha mineralizado (quedando como piedra) por acción de la saliva. Al suceder esto ya no es posible eliminarlo mediante el cepillado diario, sino que sólo es posible hacerlo con una limpieza de dientes en el consultorio.

Esta inflamación hace que la encía se vea más rojiza, aumentada de tamaño y que sangre con facilidad en forma espontánea, al cepillarse los dientes o comer.

Es una enfermedad “sectorial”, o sea, no necesariamente tiene que afectar toda la boca, a veces es sólo un pequeño sector.

Si bien hay muchos factores que favorecen o exacerban (aumentan) la gingivitis, el principal e indispensable para que se dé es el cúmulo de placa bacteriana, por lo cual la enfermedad está relacionada a una falta de higiene o una falla en la técnica de cepillado (o de uso de hilo dental). Muchas veces el paciente se cepilla varias veces al día, pero la falta de uso del hilo dental o una deficiencia en la técnica puede ser suficiente para tener gingivitis.

Es una de las dos enfermedades más comunes en la boca, junto con la caries dental. Tiene una alta prevalencia, mayor aún en adolescentes y embarazadas, pero afectando a una gran parte de la población en general.
Es importante saber que la gingivitis es una enfermedad reversible, si se acude a la consulta para realizar un tratamiento que elimine el sarro y todo lo que esté ayudando a acumular  placa bacteriana en la boca (haciendo una limpieza de dientes) y siendo instruido por el Odontólogo para mantener la boca lo más limpia posible.

Od. Juan José Orellano.
Mat. 4896/02

La odontofobia


La Fobia, por definición, es un “trastorno emocional que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas”. En la odontofobia, ese miedo tiene que ver con el Odontólogo y todo lo relacionado con la práctica odontológica en general (consultorio, sala de espera, olores, instrumental, dolor, ruidos, etc).
Muchas personas evitan pisar un consultorio odontológico porque sus miedos son tan grandes que prefieren soportar sus dolores y molestias antes que ir a atenderse. Terminan acudiendo a la consulta sólo cuando el dolor ha llegado a un punto intolerable.
El miedo del paciente puede ser o no reconocido por él mismo y generalmente responde a experiencias traumáticas anteriores (situaciones de dolor en consultorio, pérdida de dientes, falta de información sobre consecuencias de tratamientos, etc) y que son alimentadas por las ajenas (relatos de familiares o conocidos).
La odontofobia es tenida en cuenta por el profesional para lograr establecer un buen vínculo con el paciente, sobre todo en las primeras visitas, donde la ansiedad de la persona es mucho mayor y la cual irá disminuyendo con el paso de las sesiones. Así, poco a poco, se logra ir depositando más confianza en el dentista.

Entre los temores más comunes se encuentran:
      1)      Miedo al Odontólogo propiamente dicho, al poder que posee sobre el paciente, que se siente solo e indefenso en el sillón dental, a que le haga algo que no quiere que le haga. Esto se soluciona cuando el Odontólogo le explica qué trabajo necesita realizar en su boca y converse con usted las opciones de tratamiento.
      2)      Miedo provocado por la vergüenza que muchas veces da mostrar la boca, creer que “su boca es lo peor que ha visto su dentista”. Es uno de los temores más ferecuentes. Sepa que el Odontólogo es un profesional que se dedica justamente a lidiar con  problemas referidos a la boca y que el hecho de que haya ido a la consulta es el paso inicial para darle una solución a los mismos.
      3)      Temor a que trabajen dentro de su boca. El paciente se siente invadido muchas veces, en una situación donde no puede moverse, ni siquiera hablar. Es conveniente tener la posibilidad de dialogar con el dentista, para que pueda expresarle todos sus miedos e inquietudes antes de comenzar a trabajar.
      4)      Miedo al dolor, a las agujas y al “torno”: los tres grandes enemigos que hemos formado los profesionales desde épocas más que pasadas. Las técnicas de trabajo, instrumental y materiales han avanzado lo suficiente como para poder evitar la gran mayoría de las situaciones incómodas y dolorosas que se generaban en el pasado.

Concluyendo, los pacientes deben saber que el temor y ansiedad al momento de tener que acudir a la consulta es muy común, por lo que no deben sentirse avergonzados por eso. Es importante expresar todas las dudas y miedos que tengan, para trabajar con el profesional estas cuestiones y lograr que la visita al dentista sea lo más amena posible.

Od. Juan José Orellano
Mat. 4896/02

Atención odontológica en niños



Muchas veces, las madres esperan para llevar a sus hijos a la consulta odontológica hasta que el niño ya tenga todos sus dientes de leche (alrededor del año de vida), cuando ven “algo raro” en la boca de los niños, o cuando el chico refiere tener alguna molestia o dolor.
Hoy, se considera que la primer consulta del niño se debe realizar cuando el mismo se encuentra aún en la panza de la madre, incluso desde antes de ser concebido (en casos de embarazos que han sido buscados). Es ahí cuando se comienza a trabajar en conjunto con los padres, instruyéndolos acerca de los cuidados que deberán tener para que su hijo goce de buena salud oral y asegurándose que los padres también estén en condiciones de salud bucal, para no transmitirle al hijo las bacterias que producen caries. Actualmente se sabe que hay un período que va de los 6 a 33 meses de vida del niño, donde pueden ser transmitidas las bacterias que producen caries, principalmente de la madre, pero también del padre y demás integrantes de la familia. 
El pasaje de estos microorganismos puede darse por contacto directo de las bocas madre- hijo (o padre- hijo) o en forma indirecta al chuparles la cuchara, chupete, o cualquier cosa que luego termine dentro de la boca del niño. 


Algunos puntos a trabajar con los padres y los niños son:  
                                    
-                  1) Explicarles que el uso de chupetes y mamaderas debe ser sólo en los primeros meses de vida. En realidad es algo de lo que prácticamente se podría prescindir. El uso del chupete es un mal hábito que nosotros los adultos incorporamos en la vida de los niños y su uso prolongado termina con deformaciones en el paladar y dientes en mal posición.
                 2) Saber que la limpieza con dedales de silicona o gasas se debe realizar desde que aparece en el niño el 1er diente temporario (aproximadamente a los 6 meses) de forma obligatoria, aunque se recomienda hacerlo desde el nacimiento. Luego, a medida que el chico crece, hay que comenzar con la motivación para lograr lo antes posible el hábito personal de higiene oral. Mostrarle al niño cómo nos lavamos los dientes, para que copie esa actividad y comience a llevarse, aunque sea a modo de juego al principio, el cepillo de dientes a la boca. Luego, al principio, lo ayudaremos nosotros a lavarlos.
               3) Evitar la mamadera con leche o jugos azucarados al momento de irse a dormir. Es muy común encontrar en este tipo de pacientes “caries rampantes”, también llamadas “caries del biberón”.
              4) La primer visita del niño al dentista debe realizarse antes de que el niño tenga algún problema en su boca. Esto es muy importante para establecer un buen vínculo con el Odontólogo, evitando que la primera visita resulte traumática para el chico. Estas primeras consultas se utilizan para motivarlo, enseñarle a cepillarse correctamente sus dientes, realizar aplicaciones con flúor y otras prácticas que no sean traumáticas ni invasivas. También se controla que haya una correcta erupción dentaria y no haya ninguna otra anomalía que pueda ser detectada.Se trabajará motivando al niño para lograr eliminar las caries que pueda tener, explicándole a los padres por qué es fundamental devolver la salud de los dientes temporarios (de leche), tanto como la de los permanentes.  
           5) Un niño que conoce lo que se le va a hacer (se le explicó y se le mostró) y comprende por qué es importante hacerlo,  no tendrá demasiados problemas al momento de trabajar en su boca (siempre que se haya establecido un buen vínculo previamente). No hay que subestimar la capacidad de comprensión de los niños. 


Concluyendo, podemos decir que hoy en día se trabaja con los padres desde antes del nacimiento y con el niño desde su nacimiento. Se procura en primera instancia lograr un vínculo con el paciente pediátrico y trabajar en la prevención y motivación del mismo, para luego obtener resultados satisfactorios a corto y largo plazo en lo que respecta a la salud bucal del infante.

Od. Juan José Orellano
Mat. 4896/02

La erosión dentaria, una asesina silenciosa

La erosión dentaria es la pérdida del tejido mineralizado del diente por procesos químicos que no incluyen la acción de microorganismos. O sea, a diferencia de la caries, donde los ácidos producidos por las bacterias son los que van destruyendo la pieza dentaria, aquí los ácidos provienen de la dieta o tienen un origen intrínseco (desde el mismo organismo, por ejemplo por reflujo gástrico o vómitos frecuentes).
Es muy común de ver hoy en día este tipo de problemas, sobre todo en pacientes que consumen grandes cantidades de gaseosas, jugos, cítricos, vinagre y otros productos ácidos. 
Es una “asesina silenciosa”, porque muchas veces el paciente no se ve las lesiones por erosión y no se da cuenta hasta que comienza a darle sensibilidad. Además su origen no está en la falta de higiene dentaria, por lo que un paciente obsesivo por su limpieza no sospechará que sus dientes pueden estar sufriendo este tipo de problemática.

Tips para evitar la erosión dentaria:
-          -Disminuir el consumo de estos y otros productos que sean ácidos.
       -Evitar, en caso de consumirlos, cepillarse los dientes antes de pasar la media hora, ya que el cepillado ayudará en esos casos a remover el esmalte dentario superficial que se ha reblandecido a causa de los ácidos consumidos. Media hora es un tiempo prudente para que vuelva a remineralizarse. (Aclaración: la abfracción, que es la pérdida de tejido dentario por el cepillado y la erosión dentaria que es por ácidos,  generalmente se dan juntas, por eso hay que explicarlas como una sola cosa y no empeñarse en diferenciarlas tanto como antes nos gustaba hacer a los profesionales).
      -Evitar el uso de cepillos duros y no cepillar los dientes enérgicamente. Es más importante la técnica de cepillado que la fuerza aplicada sobre el cepillo para lograr una correcta higiene.
      -Durante el ejercicio o al hacer deportes, evitar el consumo de bebidas “energizantes” tipo Gatorade, o Powerade, etc, ya que son ácidas y la erosión dentaria se verá favorecida por la disminución de saliva en boca que hay por el hecho de estar haciendo una actividad física. Nada mejor que el agua para hidratar el organismo en ese momento.
-A los grandes consumidores de jugos exprimidos, deben saber que los cítricos son, junto con todas las gaseosas (incluyendo las que dicen ser más naturales y benéficas para el organismo) los agentes erosivos exógenos más importantes. 
           
      Od . Juan José Orellano
      Mat. 4896/02





La higiene oral como herramienta para prevenir la caries y enfermedad periodontal.


Actualmente se sabe que las enfermedades más prevalentes en la boca (la caries y la enfermedad periodontal) pueden prevenirse principalmente con una correcta higiene oral. La finalidad principal del uso del cepillo de dientes y el hilo dental es remover mecánicamente la placa bacteriana (ese conjunto de bacterias, proteínas, restos de alimentos, etc)  mediante la cual las bacterias consiguen adherirse y subsistir en las piezas dentarias. 
Cabe destacar que los enjuagues o buches pueden dar aliento fresco, pero nunca removerán esta placa bacteriana, dando una falsa sensación de limpieza. El paciente sentirá fresca su boca, pero las bacterias seguirán adheridas a sus dientes.
Hay variadas técnicas de cepillado, cada una de ellas aplicable en cada caso particular. Sería muy extensa mi columna si las explicara todas, pero las más recomendadas actualmente son la “Técnica de Bass” (para la mayoría de los adultos) y la “Técnica horizontal” para los niños.
 Lo importante es que el Odontólogo evalúe en el consultorio si la forma en que se cepilla los dientes el paciente da buen resultado, lo cual es posible saber mediante la observación de la presencia o no de placa bacteriana y de enfermedad periodontal (gingivitis y periodontitis) o caries.
O sea, si el paciente goza de una perfecta salud bucal, no se modificará ni la técnica de higiene, ni el tipo de cepillo que utilice. De lo contrario, se trabajará para, modificando los elementos necesarios, obtener los mejores resultados para cada paciente en particular.

 
Próximamente, hablaré sobre las pastas de dientes y enjuagues bucales. Los tipos que hay en el mercado actualmente, usos de cada uno y recomendaciones personales en cuanto al tema en general.

Od. Juan José Orellano
Mat. 4896/02

¿Qué es la caries dental? Traducción de la definición.

La palabra "caries" proviene del latín y significa "degradación o rotura de los dientes". Según la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.), la caries dental es "un progreso patológico localizado, posteruptivo, de origen externo, que produce un reblandecimiento de los tejidos dentarios duros, conduciendo a la formación de una cavidad." Es además una patología de origen multifactorial: una dieta rica en azúcares, la falta de higiene dental y/o falta de suplementos fluorados, un huésped suceptible y otros factores secundarios, hacen que una bacteria (s. mutans) presente normalmente en la boca produzca esta enfermedad.


Explicación:
En la boca, al igual que en toda la naturaleza, conviven una inmensa cantidad de tipos de bacterias. De todos ellos, hay uno que es el que puede causar la enfermedad caries (nótese que le llamo enfermedad, ya que la caries no es más ni menos que eso; por lo que un individuo con caries es un individuo enfermo). Esta bacteria (el estreptococo mutans) por sí solo no va a producir la enfermendad, sino que necesita que estén presentes otros factores: algunos indispensables (azúcar, mala o nula higiene y un huésped suceptible) y otros que pueden ayudar (poca saliva en la boca, por ejemplo).
Así, estas bacterias, si no son removidas con el cepillo e hilo dental, pueden llegar a organizarse en una "placa bacteriana" madura, la cual tendrá como productos de desecho del metabolismo de los  azúcares incorporados con la dieta, ácidos que irán destruyendo el diente. Primero lo harán con la parte más externa y calcificada, para luego continuar hacia los más internos. Si no es tratada, terminará con la destrucción total de la pieza dentaria.


Prevención:
1- disminuir la cantidad de veces que se consumen azúcares en el día (golosinas, gaseosas, jugos, etc).
2- tener una correcta higiene oral.
3- consultar periódicamente al Odontólogo para detección de caries incipientes (que apenas están apareciendo y no son visibles a simple vista ni dolorosas).


Od. Juan José Orellano.
Mat. 4896/02




Un desafío comienza

Es muy fácil hablar de Odontología entre colegas, incluso con otros profesionales del área de la salud. Lo difícil es en realidad llevar esos conocimientos a la gente (que es realmente a quién debería llegar). Son ustedes quienes necesitan realmente conocer acerca de su boca, de los problemas que pueden surgir en ella y de cómo pueden cuidarla para que no ocurran... luego restaría dejar tan sólo la solución de los mismos en nuestras manos.
En la facultad nos enseñaron a explicar cada tema relacionado con nuestro área con un montón de palabras difíciles de entender, cuasi poéticas, pero muy rebuscadas. Parecía una competencia para ver quién era el que podía utilizar más palabras específicas, técnicas.... un montón de datos cifrados en un código para muy pocos.
Al momento de responder las inquitudes que muchas veces nos plantean los pacientes, los Odontólogos comenzamos a explicar todo "como podemos", esbozando un lenguaje mitad inentendible y mitad errado... y éso es lo que se lleva el paciente a la casa, para reproducirlo de ahí en más una y mil veces, deformando esa confusa información, mal dada por su dentista.
De todo esto nace esta humilde idea de tratar de llevarle a los que estén a mi alcance, información que crea relevante, de una forma sencilla, pero no por eso mal dada.


Espero impaciente sus inquietudes, para que entre todos logremos cumplir día a día con el desafío de mejorar la salud bucal de toda la población.


Od. Juan J. Orellano 
Mat. 4896/02