La Fobia,
por definición, es un “trastorno
emocional que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante
objetos o situaciones concretas”. En la odontofobia, ese miedo tiene que
ver con el Odontólogo y todo lo relacionado con la práctica odontológica
en general (consultorio, sala de espera, olores, instrumental, dolor, ruidos,
etc).
Muchas
personas evitan pisar un consultorio odontológico porque sus miedos son tan
grandes que prefieren soportar sus dolores y molestias antes que ir a
atenderse. Terminan acudiendo a la consulta sólo cuando el dolor ha llegado a
un punto intolerable.
El miedo
del paciente puede ser o no reconocido por él mismo y generalmente responde a
experiencias traumáticas anteriores (situaciones de dolor en consultorio,
pérdida de dientes, falta de información sobre consecuencias de tratamientos,
etc) y que son alimentadas por las ajenas (relatos de familiares o conocidos).
La
odontofobia es tenida en cuenta por el profesional para lograr establecer un
buen vínculo con el paciente, sobre todo en las primeras visitas, donde la
ansiedad de la persona es mucho mayor y la cual irá disminuyendo con el paso de
las sesiones. Así, poco a poco, se logra ir depositando más confianza en el
dentista.
Entre los
temores más comunes se encuentran:
1) Miedo al Odontólogo propiamente
dicho, al poder que posee sobre el paciente, que se siente solo e indefenso en
el sillón dental, a que le haga algo que no quiere que le haga. Esto se
soluciona cuando el Odontólogo le explica qué trabajo necesita realizar en su
boca y converse con usted las opciones de tratamiento.
2) Miedo provocado por la vergüenza que
muchas veces da mostrar la boca, creer que “su boca es lo peor que ha visto su
dentista”. Es uno de los temores más ferecuentes. Sepa que el Odontólogo es un
profesional que se dedica justamente a lidiar con problemas referidos a la boca y que el hecho
de que haya ido a la consulta es el paso inicial para darle una solución a los
mismos.
3) Temor a que trabajen dentro de su
boca. El paciente se siente invadido muchas veces, en una situación donde no
puede moverse, ni siquiera hablar. Es conveniente tener la posibilidad de
dialogar con el dentista, para que pueda expresarle todos sus miedos e
inquietudes antes de comenzar a trabajar.
4) Miedo al dolor, a las agujas y al “torno”:
los tres grandes enemigos que hemos formado los profesionales desde épocas más
que pasadas. Las técnicas de trabajo, instrumental y materiales han avanzado lo
suficiente como para poder evitar la gran mayoría de las situaciones incómodas
y dolorosas que se generaban en el pasado.
Concluyendo,
los pacientes deben saber que el temor y ansiedad al momento de tener que
acudir a la consulta es muy común, por lo que no deben sentirse avergonzados
por eso. Es importante expresar todas las dudas y miedos que tengan, para
trabajar con el profesional estas cuestiones y lograr que la visita al dentista
sea lo más amena posible.
Od. Juan José Orellano
Mat. 4896/02